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martes, 9 de agosto de 2016

"EL DIBUJO" (10º parte) de Adriana Gutiérrez



Adolfo piensa que ya trabajó suficiente por este día y se
prepara para acostarse, un acto que normalmente
llevaría unos minutos de tiempo, pero que a
Adolfo, con sus idas y venidas y su andar despacioso
le insume una larga media hora.
Infinidad de veces se vuelve a cerrar una ventana
y no termina nunca de apagar luces; por fin, con
un largo suspiro de satisfacción, se tiende en la
cama, cuchichea con sus personajes y, sonriendo
como un niño, se queda dormido con los lentes puestos.

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A la mañana bien temprano el detective se presenta en casa de Miguel, dice que ubicarn a la antigua maestra pero no quiso darles datos y los sacó de su casa con cajas destempladas: "seguramente cree que perseguimos a uno de sus alumnos _dijo- no nos dejó explicar que dos de ellos están en peligro; va a tener que acompañarnos ¿su esposa podrá venir?"
"Por supuesto -dijo Miguel- pase, le avisaré por teléfono; mientras, tomaremos un café. 

Clara y sus padres llegaron a la segunda taza.
Ya en el auto, el detective comentó: "es una suerte que usted también viniera, señora -dijo a la madre de Clara- ésto dará confianza a la maestra, ver a toda la familia la hará cambiar de opinión".
"Bueno -contestó ella-lo mismo pensé y por eso quise venir ¿sabe?, yo iba mucho a la escuela, las maestras me conocían bien; si le pido que ayude a mi hija no se va a negar, era muy comprensiva".
Llegaron, la mamá de Clara se ubicó adelante y cuando se abrió la puerta, la mujer que estaba adentro y ella se quedaron mirando; la mamá de Clara, dijo: "Hola Marta, me recordás ¿verdad?, soy Irma, la madre de Clarita, séptimo grado hace 12 años".
"¡Irma! -grita la maestra- ¡Dios mío, claro que sí! -y mirando a los otros- pero... ¿qué pasa?"
"Algo muy grave, Marta; el detective te lo va a explicar".
"Pasen, por favor -dice Marta- bueno, ayer pensé que alguien quería gastarme una broma muy negra, aquella historia tan triste de Marita... creo que actué mal -miró al detective- lo siento".
"No se preocupe, señora -dijo éste- su desconfianza fue lógica, tenga -le alargó su credencial, pero ella, rechazándola, dijo que
la presencia de la familia de Clara era suficiente; "pero no comprendo por qué ahora... por qué desenterrar algo tan doloroso".
Clara se levanta y se sienta junto a su maestra que la mira con una mezcla de orgullo, cariño y preocupación; sin apartar sus ojos de la muchacha se deja llevar por esa voz conocida, hasta el noviembre aquel y los sucesos que lo marcaron.
Al terminar Clara su relato, la maestra recorre con los ojos nublados los rostros de los demás y mirando de nuevo a su alumna, dice: "por lo que entiendo ustedes necesitan saber si Marita murió, ya que él estaría cobrando una venganza de esa muerte en la persona de Clara".
"Sí, señora" -dijo el detective.
"Pero -dice Marta- él ya es un adulto, no puede razonar igual que hace 12 años". 
"Clara recibió tres anónimos -dice el detective- que convierten en real (sé por qué se lo digo) esa venganza. No queremos que nos ayude a probar que el gordito intenta algo, sino a descubrir la verdad, también es posible que gracias a usted sea descartado".
Marta volvió a mirarlos a todos con una expresión de tristeza que hablaba por sí sola, bien sabía ella que al hablar lo condenaría, y mirando a Clara nuevamente, dijo: "nunca me perdonaría que algo te pasara porque una vieja sentimental se callara sus pobres recuerdos -y, dirigiéndose al detective- puede preguntar lo que desee".


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