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miércoles, 31 de agosto de 2016

"EL NARANJO" (8º parte) de Adriana Gutiérrez









Lo hicimos pero ya no fue lo mismo para Diego y para mi, nos esforzamos para que nuestra cara no dejara traslucir lo que sentíamos, pero ellos fueron dándose cuenta de a poco y de a uno que algo había cambiado en nosotros, creo que pensaron que estábamos enamorados, y fue Val, la dulce y delicada Val, la que expresó exactamente nuestro sentir cuando dijo: "Gabi, no creas que porque Pancho y yo nos casamos nos olvidaremos de ti"; "tampoco nosotros lo haremos" -dijo Max, Maruja lo miró y preguntó: "¿por qué nos incluyes?, nosotros no estamos por casarnos", "pero podrían hacerlo -dijo Diego divertido por segunda vez en la mañana- todo el mundo sabe que se quieren menos ustedes, pues bien, se los diré: ¡están-enamorados!
Perdonen, chicos, pero como hermano mayor no podía irme sin dejarlos unidos, solo les pido una cosa: cuiden de Gabi ¿sí?"
Mis ojos estaban arrasados y cuando todos me abrazaron supe que nunca estaría sola, por segunda vez ese día estábamos balanceándonos, antes por Diego, ahora por mí.
Y mientras estaba ahí, apretada entre mis hermanos tan queridos sintiendo el calor de sus cuerpos contra el mío, sus caricias y sus palabras cariñosas, me fue invadiendo una indescriptible sensación de paz, me sentí tan feliz y agradecida y nunca los amé como en ese instante a mis hermosos, entrañables hermanos del corazón.

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Siempre cuando llego a este pasaje termino
llorando con el pequeño diario estrujado entre
mis manos, rememoro los años que siguieron
-los que ya han pasado- y los veo plagados de
bellos recuerdos como ese, tiernas demostraciones
de afecto destinadas a calmar la pena de algún
hermano, reuniones cuando cumplían años los
niños que habíamos tenido, nuestros casamientos,
esas tardecitas memorables todos recostados mirando
a los niños jugar, mientras nosotros no dejábamos
ganar por esa dulce somnolencia después de haber
trajinado el día, los asados bajo el enorme parral,
las mateadas con torta frita en la gran cocina de
los peones cuando llovía por días y días...



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