"Mi consejo -dice el psicólogo- es que use esa llave ahora mismo, Madre, o usted será responsable". "Sí -dijo Moreno- yo no puedo detenerla, pero usted sí. Vamos, la acompañaremos". Llegan ante la celda de María; la Madre, indecisa, se detiene; "no puedo -dice- no puedo hacer ésto; déjeme llamar a los padres". "Claro -dice Moreno- hágalo pero deme la llave". Con gran sentimiento ella le entrega la llave, Moreno está a punto de meterla en la cerradura cuando tiene un impulso y abre la puerta; adentro está oscuro, la luz que entra por la ventana sin postigo es débil; Moreno enciende la lamparita: la habitación está vacía, la cama deshecha, tibia aún. "¡Rapido! -le dice al psicólogo- ¡avise a la Madre y quédese con ella!" Moreno se lanza a la celda que sigue, llamando: "¡hermana, hermana, levántese por favor!, asoma una monjita muerta del susto, Moreno se presenta y le dice que despierte a todo el mundo por orden de la Madre.. ¡no pregunte, hermana, haga lo que le digo!" Mientras que él corre a la patrulla, habla a la Central y vuelve. "Vamos a la cocina -dice la Madre- todos necesitamos algo caliente". Las monjitas y las novicias van cayendo. De las dos enormes pavas un vapor cada vez más espeso inunda el recinto con olor a tilo; la semi-oscuridad que los envuelve acentúa la sorpresa temerosa de todas las caras, algunas casi adolescentes que se agrupan cerca de la Superiora. Cuando ésta dice que ya están todas, Moreno habla, y sus palabras van dibujando pesar y lágrimas en los ojos y los rostros. "¿Comprenden? -termina- ella puede haber salido, la puerta de calle estaba abierta, pero por las dudas será mejor que permanezcan todas juntas hasta que vengan mis compañeros y revisemos todo; ésto es inmenso. Si alguna tiene que ir al... a algún lugar, que se haga acompañar por otras dos, y revisen el... ese lugar antes de cerrar la puerta ¿entendido?" Sor Inés, la que los recibiera la primera vez se acercó y le dijo: "oficial, cuando María me dio el rollito aquel me dijo que faltaba otro, que éstos también serían tres; fue un comentario que entonces no entendí y que ahora, la verdad, no comprendo muy bien, pero sí me doy cuenta de que es importante". "¡Ya lo creo! - dijo Moreno- ¡ella mandó tres anónimos!" "¡Ah! -dijo Sor Inés- comprendo... claro". "No, no comprende -dijo Moreno- el rollito no era eso, era el segundo dibujo con mensaje, tenemos que esperar un tercero, entonces, pero ahora las cosas se han salido del carril ¡y quién sabe qué hará ella!" La monjita se persignó.
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