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viernes, 1 de julio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (18º parte) de Adriana Gutiérrez






"Bueno -pensó Jorge restregándose las manos- creo que ya nos
podemos ir acostumbrando a esta nueva sensación de
tranquilidad, y como yo no voy a estar aquí dentro de 30 años
creo que puedo darme por satisfecho y decir: ¡tarea cumplida!"
Jorge ve que su hijo se acerca y va a su encuentro "¿qué
pasa, Mario?"
"Los sanadores llegaron -dijo éste- quieren hablar con
nosotros tres".
"Pues vamos" -dijo Jorge.
Los sanadores también eran 3 hombres, se unieron a los que
llegaban y los 6 entraron en el vehículo de vidrios negros que
usaban siempre.
"Bien -dijo uno de los sanadores- nosotros nos trajimos una casa
rodante para quedarnos aquí porque hay que vigilar que
nadie se lleve nada y que tampoco destruyan nada; hoy haremos
la primera cura y esperaremos 21 días, que no tienen nada
que ver con los 21 de Diciembre, eso es una casualidad, esperamos ese tiempo porque es el que necesita la naturaleza
para cambiar, pero no sabemos cuánto tiempo, o cuántas veces habrá que repetirlo.
Les explico: nosotros estudiamos este caso, que es único y fue
mal encarado siempre, y concluimos en que las tragedias de
esta familia no fueron causadas por la gente que construyó
esta casa, sinó..."
"... pero -dijo Cacho- la casa ¿está viva o muerta?"
"A ver si me entiende, Cacho -dice el sanador- ya que Ud le
confiere una personalidad que no puede tener, le voy a hacer
esta comparación: cuando una persona, un ser humano que
piensa y razona, se construye a sí mismo, es como si fuera
llenando un recipiente con las cosas que más le gustan, y de
acuerdo a lo que eligió para alimentar su alma van a ser todos
sus actos, los demás lo van a conocer por lo que tiene adentro
reflejado en hechos.
Esta familia tuvo su primera tragedia sin haber hecho absolutamente nada para merecerlo, y tal vez eso fue, precísamente, el inicio de todo.
Bien, ustedes creen en Dios ¿verdad? Dios tiene a los
ángeles y al bien, y las personas que no invitan a Dios a vivir
en sus corazones dejan un espacio libre, como tierra de nadie
-dijo, deñalando la casa- donde el diablo y sus demonios
entran sin permiso.
Esa pila de madera y ladrillos que ustedes ven ahí, fue una
tierra de nadie, porque al no habitarla, no hubo quien trajera
rezos y oraciones, y Dios no entra si no lo invitan, entonces fue ocupada por el mal, por esos demonios en los que nosotros
creemos tanto como creemos en Dios".

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