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miércoles, 29 de junio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (16º parte) de Adriana Gutiérrez





Habían pasado las fiestas de ese Diciembre triunfal, habían comenzado las clases y se estaba acabando el verano.
Jorge y Mario observan el desmantelamiento de la casa
cuando ven llegar a Cacho, que había pedido estar presente.
"Gracias, don Jorge, por avisarme -dijo- pero quería verla
caer a pedazos para asegurarme ¿entiende?"
"Te entendemos -dijeron los 2 hombres riendo- y además, te
lo mereces ¿y Laura?"
"Con su señora; ah, ella no puede estar sin trabajar, así
que hoy empezó a ir a su casa para ocuparse de la ropa; yo
en cambio estoy muy contento jubilado, me gusta manejar
mi auto nuevo y quiero leer ¡no paro de comprar libros!
Laura se enoja, dice que estoy al divino botón, pero el
sueño de mi vida fue estudiar y no pude, así que ahora me
desquitaré con una buena biblioteca ya que hay una enorme
y vacía en el departamento de doña... eh, en casa".
"Estás muy hablador -dijo Mario- yo creía que eras mudo".
"¡No, don Mario... era el miedo que me daba esa casa -dijo
señalándola- pero ya lo voy achicando".
Mudos quedaron ellos al comprender, de golpe, cómo ese
hombre había resignado todo por una familia ajena, sin
quejarse, sin demostrarlo, con una lealtad a prueba de todo.
Padre e hijo lo miraban con una mezcla de admiración
y ternura, pensando cuánto respeto merecía. En cambio
él, Cacho, ahí estaba, ausente de los pensamientos y miradas
de sus patrones, disfrutando el final de una era de terror.
¿Cómo no iban a dejarlo participar de ésto después de
todo lo que había soportado?
"¿Y de doña Silvia hay alguna noticia?" pregunta al rato el casero.
Rápidamente Jorge y Mario volvieron a la realidad, el menor
comenzó a contarle a Cacho las últimas novedades, mientras
Jorge se apartó abstraído, recordando el pasado 22 de
Diciembre, cuando él y su mujer quedaron solos, esperando el
llamado que finalmente llegó a las 4 de la tarde.




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