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miércoles, 27 de julio de 2016

"LAS SOMBRAS EN LA PARED" (17º parte) de Adriana Gutiérrez






"Sí -continuó el ricacho- estuvo a un tris de hacerlo de 
nuevo, pero el hermano, que lo vigilaba de cerca, vio los síntomas y evitó los asesinatos de la niña y su madre, que debieron ser
tratadas por psicólogos durante largos meses, y eso que ignoran
los crímenes antiguos.
Esa niña es mi esposa y su madre aún vive; el cuñado de mi
suegra me lo reveló todo cuando volvimos de la luna de miel.
Mi suegro permanece recluido desde entonces, tiene 92 años y está completamente desquiciado. Desde aquella noche reproduce su horrendo crimen sin cesar, en esa clínica blanca de Suiza, colgada de la ladera del monte.
En fin -la voz se le puso ronca- mañana sacaremos los
ataúdes, los dejaremos en el sótano y después construiremos un panteón. Edgardo..."
El secretario, a medias recuperado, preguntó: "¿con cuánta gente 
leal cuentan ustedes?"
"Yo no voy a involucrar en ésto a mi hijo -dije- solo tiene 18 años"
"Yo tampoco puedo meter en algo así a mis empleados -dijo
Héctor- pero cuento con mi padre".
"Bien -dijo Edgardo- somos cuatro, ustedes lleven las herramientas que yo conseguiré una de esas plataformas con
ruedas que usan en los talleres; para trasladar los ataúdes -agregó al ver nuestras expresiones. Mañana al amanecer".

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