"El estruendo de sonidos que soportó mi cabeza fue tremendo, parecía que tenía puesta una campana y que algún loco la tocaba; primero fue el empujón que me volteó y luego un tirón horrible en la nuca, pero yo no tenía conciencia de mi cuerpo y no me dolía nada, solo perduraba en mi memoria lo ocurrido en el último minuto. Vi un hombre en el suelo frente a mí y quise ir hacia él, pero no podía avanzar ni retroceder; desconcertado miro a mi alrededor y solo veo una tenue claridad que flota igual que yo, de golpe comprendo donde estoy y que ese cuerpo que veo tirado en el piso es mío y que si no regreso pronto a él se convertirá en cadaver, entonces algo como una sorda y desesperada rebeldía me ganó y eso que yo era traspasó el maldito muro deshaciéndose en mil ondas multicolores que vibraban y gemían, penetrando a esa forma inerte dentro del overol blanco. El despertar fue lento y doloroso, tenía el cuerpo lleno de agujas y en mi cabeza había un enjambre de abejas furiosas, las manos y las piernas me pesaban, todo lo veía distorcionado y la cosa empeoró cuando empecé a recordar. Para no mirar hacia el muro me puse boca abajo, trabajosamente llegué hasta la luz, la apagué y salí. No sé cómo explicaría esa capa de pintura sin quitar, y resolví hacerlo bien temprano, antes de que Héctor llegara. Los 65 minutos de micro me parecieron 65 horas: Estaba en mi casa bajo la ducha y no lograba desentumecerme, mis músculos parecían de estopa; con lentos movimientos y tambaleando me paré frente al espejo, mi cara daba lástima, mis ojos abiertos no tenían expresión, solo desconcierto e incredulidad. Torpemente alcanzo la cama y me acuesto, pero mi cuerpo anestesiado no siente el roce de las sábanas. Recién ahí comencé a aflojarme, con mucho cuidado me acurruqué junto a mi mujer como un niño atemorizado,su tibieza, la placidez de su sueño y la tranquila paz de su rostro, me ayudaron a dormir. Claro que soñé con la casa. ¿Con qué hubiera podido soñar después de lo que acababa de ocurrir? Y ese sueño, no lo supe entonces, era la respuesta a una sola pregunt, pero de todas las que yo me hacía, era la única que contaba. |
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