El ricacho había perdido toda su arrogancia, la seguridad de sus ademanes se fue a otra parte y nosotros sentimos pena por él: llamó a Edgardo para que nos trajera bebidas y le pidió que se quedara, le dijo que se sirviera él también un trago y le mostró la película, advirtiéndole primero. Recién entonces habló: "ocurrió hace 60 años, él era un hombre prominente, culto, con una excelente mente para los negocios. Se casó muy enamorado y su esposa le dio gemelos un año después; ella jamás lo traicionó pero él lo creyó así, lo convencieron de eso sus enemigos políticos, le tendieron una muy bien elaborada trampa y él cayó ciego de celos ¿conocen la historia de Otelo?, bien, ésta es peor ya que mató a sus propios hijos creyendo que no lo eran...; claro que ya había en él una patología latente que afloró de manera incontrolable al ver las "pruebas" de la falta que su esposa jamás cometió". "¿Qué pasó con las mucamas?" -preguntó Héctor. "Tranquilícese -dijo el ricacho-no hubo más muertes, se les pagó una fuerte indemnización y se los... amenazó un poco, la familia era muy poderosa; el hombre que aparece con un arma era hermano del asesino, arregló todo con su gente de confianza para esconder los cuerpos en el muro, pero no están como ustedes creen, descansan en ataúdes y vino un sacerdote a rezar un requiem". "¿Así que son ataúdes lo que hay ahí? ¿y usted pensaba vivir con ellos en la casa?" -pregunta Edgardo. "Así es, Edgardo ¿acaso la gente no tiene los restos incinerados de sus muertos sobre la chimenea? Bien, no tendría que contarles el resto de la historia, pero lo haré: este hombre fue internado en un centro psiquiátrico pero más que nada se hizo para sacarlo de circulación por un tiempo. La versión oficial fue que toda la familia se fue al extranjero y allá murieron su esposa e hijos en un accidente, un avión que se perdió en una selva cualquiera; a nadie le extrañó que él se tomara una cura de descanso en ese hotel hospital, abrumado por el dolor de semejante pérdida, y cuando salió de allí no regresó jamás a la vida política. Sus enemigos, los que provocaron la tragedia, enviaron sus telegramas, se ofrecieron para "cualquier cosa" y con el tiempo todo fue olvidado. El hombre, aparentemente normal, se volvió a enamorar y se volvió a casar, su nueva esposa le dio una niña y la vida transcurría felíz para los tres...," hace una pausa y nos mira, Edgardo, Héctor y yo teníamos los pelos de punta y algo helado nos bajaba por la columna. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario