"De pronto comienzan a oírse rumores como apagados por la distancia, y yo creo que tal vez sea mi hijo que viene a buscarme, que su llegada cortará las horribles visiones y yo quedaré libre de esos invisibles lazos que me inmovilizan.
Pero a medida que el sonido aumenta descubro su procedencia, vienen de la pared y son gritos, los alaridos de terror de una mujer y dos niños, hablan pero yo no entiendo sus palabras, es todo tan confuso, y además parece otro idioma.
Trato de acercarme y tras un esfuerzo sobrehumano consigo separarme de la pared, ni siquiera intento pararme, solo me arrastro. Pero ¿para qué? ¿qué podré hacer, débil como estoy?, sin contar con que me encuentro "de este lado".
En la pared, la figura amenazante es casi del tamaño de la mujer y yo estoy a mitad de camino, los gritos ya son espeluznantes y hasta tienen música de fondo, una banda sonora con mucho suspenso -pienso con amargura- aumentado por los golpes sorpresivos con instrumentos de percusión, que hacen saltar a los espectadores; pero por ese miedo uno paga, uno se deleita con él
porque sabe que vuelve a su casa con la felicidad inflada donde está seguro, y se perdona el haber disfrutado del dolor ajeno porque no fue nada más que una mala película.
Pero ésto es real, el hombre, cuya silueta se ha hecho patente, ya es más alto que la mujer y la de los niños, desfiguradas por el terror, sus voces roncas y sus miradas horrorizadas, me dicen que está muy cerca, que el cuchillo que blande en su mano derecha pronto acabará con sus vidas, si yo no hago algo.
Y yo estoy aquí, a 2 metros de la pared, mirando, porque lo único que puedo hacer es mirar.
Pero ¿mirar qué? ¿qué es lo que veo en realidad? ¿quiénes son y por qué están ahí? ¿cómo se metieron en la pared? ¿qué lugar es ese?, mientras sigo avanzando trato de ubicar el sitio pero a su alrededor no hay nada que me pueda servir de punto de referencia: ni un árbol, ni una casa, tampoco una señal de ruta, ni siquiera se qué época es esa.
Ahí fue cuando se me prendió la lamparita pero después, repasando los hechos, porque en ese momento no lo noté, lo único que yo quería era llegar a la pared antes que el hombre del cuchillo alcanzara a la mujer y los niños, sin saber qué iba a hacer después.
Pero llegué, y cuando quise estirar mis manos hacia ellos como si solo se tratara de tomarlos y sacarlos, un violento empellón me estrelló contra el suelo acompañado de ruidos ensordecedores que me hacían zumbar los oídos, el techo se fue borrando y la araña con todas sus lamparitas encendidas giraba peligrosamente sobre mí, pero no pude aguantar y me desmayé".
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