Seguidores

domingo, 17 de julio de 2016

"LAS SOMBRAS EN LA PARED" (8º parte) de Adriana Gutiérrez






"El sueño era así: yo iba a la casa y entraba, en una mano llevaba un enorme tarro de pintura negra y en la otra una brocha.
Me dirigía resueltamente a la escalera y, muy seguro de mí, sin ninguna señal de nerviosismo, abría todas las puertas del 1º piso; después, con la pintura negra marcaba una cruz en el lado interior de cada puerta y la cerraba, cuando ya no quedaba ninguna, bajaba y me sentaba frente al muro alargado con el tarro de pintura junto a mi y la brocha al alcance de mi mano.
El sueño se presentó varias veces durante la noche y siempre fue igual, pero cuando se acercaba la hora en que aparecieron las sombras en la pared, cuando comenzaba a oscurecer y tendría que levantarme a encender la luz, me despertaba.
Yo me sonreía de mi propia inocencia ¿qué pensaría hacer con un pincel y un poco de pintura? ¿qué posibilidades tenía, para luchar con un hombre armado de cuchillo? y además ¿cómo podríamos él y yo llegar a tocarnos?
Rehuía estos pensamientos por considerarlos infantiles y fuera de toda lógica, y porque otras cosas en el sueño escapaban a mi atención, desviándola de lo que realmente importaba.
La casa que yo veía no era la misma de ahora, es decir, por dentro, estaba amueblada en el estilo que le correspondía, y las puertas sobre las que yo pintaba las cruces negras eran blancas.
Pensando que mi subconsciente solo buscaba refugio en los símbolos religiosos, me negaba una y otra vez a fijar mi atención en el mensaje, y repasaba las otras partes del sueño, comparando la antigua decoración con la de Héctor, que era moderna, aunque usara casi los mismos elementos.
Me di cuenta de que ya no podría dormir, y como había decidido ir más temprano a la quinta para decapar el resto del muro, me levanté y fui a la cocina sin hacer ruido y me preparé unos amargos. Luego busqué un diccionario inglés-español, que debía estar por alguna parte. Sobre la mesa de la cocina empecé a hojearlo, no soy tan ignorante y sé que en ese idioma las palabras se dicen de una manera y se escriben de otra, y eso, unido a mi conmoción y a lo confuso que había sido todo, dejaba las posibilidades de que encontrara aunque sea una palabra, reducida casi a cero.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario