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miércoles, 21 de septiembre de 2016

"EL NARANJO" (29º parte) de Adriana Gutiérrez







Cada vez que leo esta página de mi diario, siento irresistibles deseos de ver otra vez esa película.
Recuerdo que una noche, dos meses después de ese maravilloso 20 de Diciembre, Bruno llegó del pueblo muy misterioso trayendo un bulto bajo el brazo, sin detenerse fue directamente a su cuarto y volvió diciendo que después de cenar nos quería ver a todos en la biblioteca.
Inútiles fueron nuestras averiguaciones y preguntas, Simón estuvo tratando de espiar en la habitación de sus padres pero la encontró cerrada; desconcertado, me dijo: "no puedo creer que papá desconfíe de mí..., bueno, sí lo creo" -dijo cuando yo me reí- "Simón, en 10 minutos cenaremos ¿no puedes esperar 1 hora?"
"Está bien -dijo- pero ayúdame para que la sobremesa sea corta".
Como Simón y yo no éramos los únicos apurados, ni bien terminamos la comida fuimos a la biblioteca, allí estaban Val, Pancho, Maruja, Max, Diego que no sabíamos que se encontraría también, y por supuesto Liza y Bruno con las gemelas saltando de impaciencia.
El misterio se aclaró cuando Bruno comenzó a desenrollar una pantalla con tres patas de metal y puso, sobre la mesa, una máquina de proyectar.

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Cuando apareció la primera imagen todos quedamos sorprendidos pues esperábamos ver nuestras bodas, pero era evidente que Bruno nos había estado filmando a escondidas:
a Val hojeando un libro de medicina con cara de ratón de biblioteca, con el cabello cayéndole sobre la cara y los lentes de leer torcidos; a Maruja batiendo enérgicamente algo bajo la crítica mirada de Mammy; a Pancho, estupefacto, tratando de usar una computadora; a Max, distraído, regando un palo seco en la huerta de hortalizas; a Diego corriendo despavorido la noche que los peones le hicieron la broma de la luz mala; a Simón, escuchando con cara de bobo la grabación del día de su cumpleaños, esa de: ¿quieres una naranja? y a mí, con la misma cara, poniéndome una flor de azahar en el pelo; todo ésto acompañado por música de película muda, tan cómico, pero tan tierno, que cuando llegó la parte de los casamientos ya estábamos muy emocionados, y cuando la película terminó, apareció un hermosísimo amanecer y la voz de Bruno que decía:
"Hay seres como el sol, que despiertan a la vida para alumbrar su camino con claridad diáfana y transparente, cuya luz da abrigo y amor; y hay seres como la luna, cuya luz es fría y pobre y no alcanza a disipar las tinieblas de la noche; también hay seres como el viento, arrasan con todo a su paso, destruyendo lo bueno y lo malo; y hay otros, pobres seres, que son como la lluvia, porque donde ellos están reina el llanto de la desgracia.
Ustedes llegaron aquí en el amanecer de sus vidas, son como el sol que ven allí, de ustedes depende lo que serán en el futuro".
Cuando la voz de Bruno se apagó oímos una dulce melodía y al instante terminó la película.

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