Recuerdo que una tarde, dos meses después de mi boda con Simón, descubrí que Jimena tenía un lunar detrás de una oreja, mientras que Manuela, en cambio, lo tenía en el hombreo, ámbas del mismo lado, y cómo se reía Liza cuando me veía buscando los lunares! en ese momento están las dos sentadas en una de las camas, se paran al verme y Manuela pregunta: "Gabi ¿no te parece que el aire está como cuando te casaste tú?" "Sí, querida -le contesto- tiene el mismo olor y hay en el ambiente, flotando, la misma paz que aquella noche". Jimena dice: "Gabi, me siento tan feliz, estamos todos juntos: mamá, papá, Simón y tú, nosotras dos con Leonardo y Damián, tus hermanos y todos los niños que han nacido en estos 10 años... no creo que haya personas más felices que nosotros!" Como todas las noches, me quedo con ellas hasta que se acuestan, hablamos y hacemos proyectos, les digo que pronto serán tías otra vez y me despido besándolas. "Hasta mañana, duerman y no charlen tanto, de lo contrario se levantarán cansadas y no lucirán hermosas". Salgo, Liza está en su habitación esperándome, le cuento mi conversación con las gemelas y me dice: "el naranjo está cargado de azahares, y ellas, igual que tú, llevarán sus flores en el cabello; se lo pidieron a Simón". "Qué dulces son -le digo- me cuesta verlas hechas mujer y pensar que mañana se casarán". En ese momento entran Bruno y Simón que vienen del pueblo, Bruno dice: "Damián y Leonardo nos esperarán en casa de Damián con sus padres, está más cerca del Registro Civil, después todos vendremos aquí". "A mí también me parecerá extraño no verlas -dice Simón- pero las visitaremos todas las semanas y ellas también vendrán, como hacíamos con Diego antes de que volviera; los besamos, fuimos a ver a nuestros hijos y junto a la cuna del más pequeño le dije: "ya sabes que habrá otro ¿verdad?" |
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