Seguidores

sábado, 10 de septiembre de 2016

"EL NARANJO" (18º parte) de Adriana Gutiérrez




- La Víspera de las Bodas -

La noche anterior a nuestros casamientos nos hallábamos todos reunidos en la gran biblioteca, era éste un espacioso recinto rectangular, sus dos paredes largas estaban cubiertas de libros, muchos encuadernados en cuero, las estanterías eran de madera oscura muy lustrada y se notaba el prolijo y minucioso trabajo que Val había hecho allí; dos ventanas cubrían enteramente las otras dos paredes, haciendo que durante el día fuera la habitación más agradable e iluminada de la casa y el lugar preferido de sus dueños, en los rincones había sillones de orejera con lámparas detrás, y una pequeña mesita ratona, creando sitios íntimos para leer en soledad, sin molestarse con los demás; bajo los ventanales se hallaban dos poltronas tapizadas en tela borra vino y junto a las estanterías se habían colocado dos mesas con veladores e inclinación para escribir o tomar notas, por último, en el centro y sobre una gruesa alfombra, había una mesa redonda rodeada por cuatro butaquitas plegables tapizadas como las poltronas.
Cuando Margarita entró con el café (ya habíamos cenado), don Bruno estaba diciendo que el único trabajo que se haría mañana y bien temprano, sería alimentar a los animales, "los muchachos y sus familias -dijo- quieren verlos casarse y di asueto general ¿están de acuerdo?" Contestamos que sí y la señora Liza, que nos miraba mucho a Simón y a mi, dijo: "Simón, veo en tu cara la misma expresión que tenía tu padre hace 20 años, por eso, y porque he hablado mucho con Gabi durante este mes  puedo decirte con absoluta seguridad que serán felices...".
Sus ojos se anegaron, nos miró a todos, uno por uno, largamente y con tanto cariño, que sentí que mi garganta se cerraba y su hermoso rostro se fue borrando por las lágrimas; ella se levantó, rodeó la mesa y cuando estaba detrás mío y de Simón, nos abrazó, ya no soporté más la emoción y lloré.






Dejo el diario sobre la mesita de noche y salgo de la habitación, cruzo el corredor y entro en la de las gemelas Jimena y Manuela, como hace 10 años es víspera de bodas, esta vez, la de ellas, ya hace tiempo que no se visten igual y es más fácil distinguirlas, pero en la época en que yo las conocí, se complacían en confundirme y ello constituía su mayor satisfacción.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario