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viernes, 9 de septiembre de 2016

"EL NARANJO" (17º parte) de Adriana Gutiérrez




Luego del desayuno jugué con las gemelas y les pregunté sus nombres que aún ignoraba, "yo soy Manuela, cuñada" -dijo una y se echó a reír, la otra se ahogaba por la risa pero entendí que su nombre era Jimena; salieron corriendo y gritando: "agárranos si puedes, cuñadita, ja ja ja..."
Así pasó la mañana, estuve colorada la mayor parte de ella deseando no encontrarme con nadie para que no vieran mi azoramiento.
Como a las 11 llevé a las niñas a la casa para arreglarlas para el almuerzo y pude charlar unos minutos con Val en la biblioteca, su lugar de trabajo; se la veía contenta, me dijo que primero bajaría todos los libros, empezando desde arriba, sobre una gran mesa de roble para desempolbarlos, y luego los iría ordenando en sus lugares definitivos, "debo buscar el sitio justo para cada colección, hay muchos de medicina -dijo- no puedo evitar de hojear algunos, por eso voy despacio, creo que en dos semanas terminaré y podré dedicarme a mi ajuar de novia, dijo don Bruno que nos regalaba los trajes y otras cosas, lo demás lo compraremos con el tiempo y con nuestros sueldos. Gabi -dijo, poniéndose seria- ¿lo quieres?"
"Sí, hermana -contesté- no tengas miedo, lo quiero y él a mí".
"Maruja y yo conversamos cuando nos acostamos -dice Val- pero a tí te vemos menos".
Le conté la conversación de esa mañana con la señora Liza y don Bruno y quedamos que esa noche, cuando las gemelas se durmieran, nos reuniríamos las tres con los muchachos para elegir nuestro día más feliz.
A la siesta todos duermen menos Simón y yo, bajo "nuestro naranjo" le conté el sueño de esa noche y le dije: "hay dos cosas que no comprendo, ¿por qué la gente de la pequeña iglesia blanca no nos veía y sí oyó sonar las campanas? nosotros las tocamos".
"Tal vez -dijo Simón- significa que a veces la gente no presta atención a la gente pero sí a lo que la gente hace ¿qué es la segunda cosa que no entiendes?"
"El Habre -dije- ¿qué es y por qué tú tenías temor de que yo lo cruzara y luego al mirar tus ojos yo también sentí temor?"
"Quizás todos debamos cruzar un habre alguna vez en nuestra vida -dijo serio- y es posible que no sea fácil hacerlo".



 Ni él ni yo sospechamos en ese momento la
importancia que tendrían sus palabras en el
futuro, fueron el "ábrete sésamo" del gran
portón de los acontecimientos: nuestras
bodas,el regreso de Diego, cómo se
agrandaría la familia en ese año que siguió
y cuantas y tantas veces la vida nos haría
pasar por la tristeza y la alegría, el temor y
la seguridad, la angustia y la emocionada
felicidad cuando el peligro pasa; nunca
comprendí más a Simón que el día en que creí
morir después de tener a los gemelos, pensé
que era llegado el momento de atravesar mi
habre y que éste me llevaba de la vida hacia
la muerte... si..., los dos creímos atravesar
nuestro habre esa vez...

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