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jueves, 8 de septiembre de 2016

"EL NARANJO" (16º parte) de Adriana Gutiérrez






Ante nuestros maravillados ojos amarecieron las plantas más exuberantes de hojas gruesas y oscuras, había en el aire un extraño olor y el trino de los pájaros producía somnolencia, siguiendo un curso serpenteante corría un hilo de agua que al beberla daba frescura, pero en lugar de quitar la sed, la aumentaba.
"Es el Habre -dijo Simón- hay una leyenda sobre él, dicen los ancianos de la región que cruzarlo es peligroso porque es difícil encontrar el camino de regreso, las personas que han ido para el otro lado no han vuelto jamás".
"¿Qué hay que hacer para ir del otro lado?" -pregunté.
"Solo cruza el hilo de agua -dijo Simón, apretando mi brazo- y no podrás volver conmigo".
Miré sus ojos y vi temor en ellos, lo apreté fuertemente contra mi pecho y le pedí: "llévame a casa contigo, Simón".






Esta vez mi despertar no fue tan dulce ya que no estaba entre los brazos protectores de Simón, y aún perduraba en mi mente el ambiente irreal del sueño, me levanté y, con camisón y todo abrí la lluvia, al verme toda mojada y con la tela pegada al cuerpo creí estar en la playa soñada, me quité el camisón y comencé a enjabonarme, primero la cabeza y luego el cuerpo; me sequé, me vestí y salí al patio de atrás con una tohalla y un peine como era mi costumbre, al pasar por la cocina vi a Mammy que andaba trasteando y le dije que Simón desayunaría con conostros, "ya lo sé -contestó- te levantas temprano ¿eh?"
"Sí -le dije- uno de mis trabajos en el hogar hasta hace seis meses era ayudar a preparar el desayuno y me quedó la costumbre; me gusta, mi cabeza se despeja con el agua y el aire".
Fui al sol y después entré, sin decir nada comencé a llevar tazones y bandejas con manteca y dulces al comedor, preguntándome dónde estaría Maruja, como contestando a mi muda pregunta Mammy dijo: "ella fue hasta el tambo a buscar la leche para hervir, es puntual, destro de media hora se sirve el desayuno".
En ese momento entró Simón y se quedó parado en la puerta mirándome, me decían tantas cosas sus ojos y era tan feliz su expresión que sin poderlo evitar fui hasta él y cuando después de besarme dijo: "ven, Gabi", lo seguí dócilmente.
Salimos de la cocina, en el comedor estaban don Bruno y la señora Liza, abriendo ventanas y descorriendo cortinas, se volvieron a mirarnos y yo sentí que mi cara se ponía colorada, quise zafarme de las manos de Simón pero éste no me dejó y don Bruno dijo: "Gabi, Simón y tú se quieren ¿verdad? no, no contestes, tal vez ustedes no lo sepan tan bien como lo sabemos nosotros, solo quiero decirles que Liza y yo nos sentimos felices de que entres a la familia, Simón quiere casarse enseguida y como dentro de un mes se casan tus hermanas, bueno, él pensó que te gustaría vivir tan hermosa experiencia el mismo día que ellas vivieran la suya ¿qué dices?"
No dije nada, solo abracé a Simón, lloré en sus brazos y cuando la señora Liza y don Bruno se acercaron supe que tenía un padre y una madre.





Sentada en una butaca frente a la ventana de
mi dormitorio, a través de la tenue cortina, veo
a Liza y a Bruno que caminan por el cesped
entre los macizos de pensamientos, llegan
hasta unos sillones de hierro y se sientan de
frente a mi, Liza levanta la mano hacia mi
ventana, sabe que a esa hora estoy leyendo mi
diario, sabe también que todos ellos son los
personajes de las nuevas hojas que escribo
todos los días. Pero volvamos al segundo de mi
existencia en la estancia.

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