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lunes, 5 de septiembre de 2016

"EL NARANJO" (13º parte) de Adriana Gutiérrez





Ese día Simón cumplía 19 robustos y dorados años, el sol todavía alumbraba las puntas de los árboles cuando ya todos estábamos bañados y frescos, disfrutando del agradable atardecer, preludio de muchos atardeceres idénticos, eran éstos los momentos más hermosos e inolvidables de la estancia, nos hallábamos sentados en reposeras, banquitos enanos o simplemente en el suelo, bajo la resonada del parral, y recuerdo que pensé: "sería maravilloso que todo siguiera igual como está ahora, y dentro de 10 años encontrarnos todos los que estamos aquí, felices como ahora y deseando otros 10 años más..."
Los padres de Simón llegaron por el camino, venían de comprar el regalo para su hijo, la señora Liza se bajó de la camioneta y corrió a los brazos de Simón que la levantó en vilo y dio con ella tantas vueltas que ámbos quedaron mareados, luego se volvió y sacó del baúl un paquete de regulares dimensiones que resultó ser un grabador-tocadiscos-radio para la habitación de Simón, éste entró corriendo y enchufó el aparato en el comedor, conectó la radio, puso un disco y finalmente accionó el grabador llamándome a gritos: "¡Gabi, ven, dí algo!", todos me miraban y cuando comprendí que no tenía más remedio que hablar, tomé el micrófono y dije: "¿quieres una naranja?"




Aún hoy me es imposible releer esta parte del
diario y no estallar en carcajadas, debió ser
muy cómico para todos ver mi cara azorada
y roja preguntar: ¿quieres una naranja? y a
Simón reírse de esa forma mientras me señalaba
con un dedo y trataba de decir algo que la risa
no lo dejaba, luego Simón me abrazó para mi
total desconcierto y vergüenza y me estampó
el más sonoro beso en el cachete, cuando ya
toto el mundo lloraba de la risa.

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Me refugié en la hermosa alcoba que me había sido destinada y no me eché de bruces a llorar por respeto a la blanca colcha, tampoco me senté en la butaca porque su tapizado era también blanco, de modo que salí y casi sin darme cuenta estaba bajo el naranjo motivo de mi infortunio, pensé en mis hermanos y en ese instante veo a través de mis lágrimas que Simón se agachaba junto a mí, "Gabi, Gabi..."




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