Ese día Simón cumplía 19 robustos y dorados años, el sol todavía alumbraba las puntas de los árboles cuando ya todos estábamos bañados y frescos, disfrutando del agradable atardecer, preludio de muchos atardeceres idénticos, eran éstos los momentos más hermosos e inolvidables de la estancia, nos hallábamos sentados en reposeras, banquitos enanos o simplemente en el suelo, bajo la resonada del parral, y recuerdo que pensé: "sería maravilloso que todo siguiera igual como está ahora, y dentro de 10 años encontrarnos todos los que estamos aquí, felices como ahora y deseando otros 10 años más..." Los padres de Simón llegaron por el camino, venían de comprar el regalo para su hijo, la señora Liza se bajó de la camioneta y corrió a los brazos de Simón que la levantó en vilo y dio con ella tantas vueltas que ámbos quedaron mareados, luego se volvió y sacó del baúl un paquete de regulares dimensiones que resultó ser un grabador-tocadiscos-radio para la habitación de Simón, éste entró corriendo y enchufó el aparato en el comedor, conectó la radio, puso un disco y finalmente accionó el grabador llamándome a gritos: "¡Gabi, ven, dí algo!", todos me miraban y cuando comprendí que no tenía más remedio que hablar, tomé el micrófono y dije: "¿quieres una naranja?" |
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