La abuela y la Nana desayunaban junto al fuego, la mayor de las dos mujeres, dijo: "sé que ese siniestro llamado no puede ser detenido por paredes ni ventanas cerradas, pero Dios ha puesto su mano en este lugar para proteger la vida, y no creo que nos dejara llegar hasta aquí para abandonarnos ahora". "Sí, abuela -dijo la Nana- yo estoy tan segura de eso como de que hay Dios, esta mañana sentí algo distinto a los otros 21, y no es porque sea el último, sino porque al despertar supe algo con toda certeza". "¿Sí? ¿Y qué es?" preguntó la abuela. "Willy no despertará hoy abuela, no lo hará, seguirá en ese sueño profundo hasta que el día muera y la casa se canse de llamarlo. Tal vez mañana, o pasado, o la semana que viene; y también sé, abuela, que cuando Willy abra sus ojos el peligro habrá pasado para siempre. Abuela, -dijo la Nana luego de un rato- soñé que Willy se casaba y tenía una nena; la primera mujer..." En Bs.As., los pocos que sabían estaban pasando el peor día de sus vidas, porque era la primera vez que una verdadera esperanza de revertir la maldad los había movilizado tanto. Nadie hablaba, solo se miraban serios, se paraban, luego se sentaban, alguien encendía un cigarrillo o se servía una copa; las bandejas con bocadillos estaban intactas, los teléfonos seguían descolgados, salvo uno privado cuyo nº solo Silvia y un detective conocían. Y allí fue donde Jorge clavó su mirada. Mario había llegado un rato antes porque no podía esperar en su casa, su madre y su esposa lo acompañaban. Sonó un timbre y Jorge dijo: "son los caseros". Mario abrió la puerta y los hizo pasar, venían con cara de: "no soportamos allá..." "Pasen -dijo Jorge- no se preocupen, entendemos y los esperábamos". Al rato estaban los 3 matrimonios haciendo lo mismo que hacían cada uno en su casa: durante horas repitieron los gestos, miradas y ademanes. Ninguno tenía sueño y ninguno tenía hambre, solo fumaban y tomaban café o un trago. Hacía varios minutos que dieron las 12 de la noche y no llamaba el detective que contrataron para vigilar la casa. "No se han animado -dijo Mario- te dije que no irían". "Sí fueron -dijo su padre- están fascinados con la leyenda, instalaron cámaras y aparatos cazafantasmas en 2 vehículos y están allá desde ayer; monitorean toda el área y todos los accesos a la casa, pero no tienen nada para captar sonidos, aislaron lo más posible ámbos vehículos y tienen sus oídos tapados con tapones especiales, por eso no llamarán hasta abandonar la zona, y aunque haya pasado la media noche, no se irán de allí hasta que amanezca. "Y todavía falta" -dijo Mario suspirando. |
No hay comentarios.:
Publicar un comentario