Seguidores

martes, 14 de junio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (1º parte) de Adriana Gutiérrez






(30 años antes del 2000)

El día amaneció igual a los anteriores, la mañana y el almuerzo
transcurrieron como siempre, con esa calma chicha que solo
el pequeño Willy, de apenas 2 años, sentía.
luego, como a la 1, Norma y Carlos se fueron a dormir y la
mansión quedó en silencio, pero no era el silencio de las
siestas normales de todo el mundo, éste estaba cargado
de amenazas, como si algo terrible estuviera a punto de
ocurrir, algo espantoso que inevitablemente pasaría.
La fiel Nana tomó al pequeño Willy y se alejó de la
mansión, a la izquierda había un sendero empedrado y
la Nana con el niño fueron por él; 150 metros adelante
el sendero se angostó tanto que las malezas de ambos lados
lo estaban cubriendo.
Una desviación, en bajada y con escalones de madera
permitían llegar al embarcadero, donde una lancha
típica del Delta argentino estaba inútilmente
amarrada, ya que la rara quietud fantasmal la había
alcanzado también a ella.
La Nana miró hacia allí, se detuvo observando al
niño, como preguntándole qué hacer y luego, rápidamente
tomó por el sendero casi borrado en el que, cada
tanto, en las partes más empinadas, había 3 ó 4 escalones
de piedra que ella subía con mucha dificultad.
La manito del niño y la de ella, gastada por el
trabajo, de uñas chatas y duras, se asían con fuerza.
La Nana a veces se detenía para espiar sobre su hombro
y escuchar con atención; cuando hace eso, el niño
la mira fijamente, atento a sus reacciones, luego sigue.
Ya no caminan con tanta cautela, se han alejado bastante
y se sienten relativamente a salvo.
"Salimos de él -piensa la Nana- ahora, los ruidos que no
oímos nos alcanzarán".
Se sentó contra un gran árbol y puso al niño en su falda, luego se quitó el poncho y tapó al niño y a ella misma con él, dejando
solo sus rostros a la vista.
En eso, las hojas que tapizaban el suelo comenzaron a moverse y empezaron a llegar los ruidos de la casa: la charla de Norma
y Carlos en el almuerzo, los sonidos de los cubiertos y la
cháchara de los empleados en la cocina, la Nana bañando
a Willy y las risas de sus padres subiendo la escalera; luego, la
Nana sacando a hurtadillas al niño de su habitación, bajando por la terraza para que nadie los viera y luego los pasos y jadeos
de la Nana hasta llegar al árbol grande bajo cuya
sombra se acurrucaban.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario