Seguidores

viernes, 17 de junio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (4º parte) de Adriana Gutiérrez





Mientras tanto en la casa del Delta, los padres de Willy vivían
sus últimas horas...El reloj de la sala daba las 2 de la
tarde, una tarde de verano, pesada como la siesta que dormían
en el piso superior Norma y Carlos.
La cocina estaba inundada con los sonidos que hacían las
empleadas lavando la vajilla, dejando caer algo de vez
en cuando, con esa indolencia de la juventud que sabe que
los patrones no entrarán por la puerta a recriminarlos.
El jardinero y el chofer tomaban su café en un pequeño patio interior, y las dos muchachas, terminada ya su tarea, se les
unieron.
Estaban los 4 sentados cuando entra el ama de llaves muy
seria, se sentó y se sirvió café. "¿Y Valeria?" -preguntó una de las chicas. Laura, el Ama de llaves no contestó nada.
"¡Há! -dijo la otra empleada- debe haber salido corriendo con
el chico, como todos los días cuando le ataca..."
Cacho, el jardinero, hombre mayor y esposo de Laura, dijo:
"No le "ataca" nada jovencita, no hable de lo que no sabe, sobre
esta casa pesa una maldición, la maldición del silencio, y la
Nana lo sabe, todas las Nanas en esta familia siempre han salvado a sus niños".
El chofer, que era un hombre jóven y bien parecido, se había
involucrado sentimentalmente con ámbas muchachas, pero
cometió el error de hacerlo al mismo tiempo, por lo que
siempre se mantenía callado cuando las 2 chicas estaban
presentes, pero este tema hacía que todos olvidaran las
diferencias entre ellos y mirando a Laura, preguntó_
"¿De qué se trata la maldita cosa? Ud. y don Cacho hablan
y hablan de eso del silencio pero nunca cuentan nada!"
Todos miraron a Laura, quien, poniendo cara de: ha llegado
el momento, comenzó a hablar así:
"Hace muchos años, tantos que varios siglos
pasaron ya, 2 hermanos, hombres los 2, llegaron a estas
tierras y construyeron esta casa, que era tan hermosa en
aquella época, y tan grande, que todo el mundo quería una
igual, así que ellos, que eran arquitectos, les hicieron casas
a todos sus vecinos, y así fue creciendo su fama y su fortuna.
Su trabajo los llevaba cada vez más y más lejos y pronto
tuvieron que separarse para ocuparse de todo.
Al cabo de unos años era muy poco lo que se veían y a esta
casa la fueron dejando sola, y la casa no se los perdonó nunca.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario