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jueves, 23 de junio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (10º parte) de Adriana Gutiérrez





Jorge Gimenez regresó a su despacho y se sentó a pensar; por
más que buscaba en su mente no encontraba ni lógica ni razón para lo que estaba pasando.
Recordaba su juventud y la época en que conoció a Silvia, cuando él era un estudiante de abogacía y se enamoró de ella, y ella, claro, se enamoró del "hijo de la leyenda" o el "futuro muerto", como lo llamaban los estudiantes.
Cuando Silvia se casó, él también lo hizo con una muchacha
que lo quería desde hacía mucho.
Luego, un día, Silvia apareció.
Estaba embarazada de Carlos y le pidió ayuda porque, dijo:
"creo que encontré la forma de vencer esa maldición".
Le contó que en su primer año de matrimonio revisó todas las
crónicas familiares referentes a las tragedias de los
21 de Diciembre, y descubrió que otras antes que ella, prácticamente todas las mujeres que se casaron con los "hijos
de la leyenda", intentaron de diferentes maneras, acabar
con el poder de la casa, pero siempre en vano.
Hubo mujeres que trataron de quemarla, pero siempre había una lluvia salvadora o un viento tan fuerte que ahogaba al fuego.
Una vez trataron de desarmarla clavo por clavo, remache por remache, con la esperanza de que si la convertían solo
en una montaña de madera, perdería su fuerza; pero cuando
el primero obrero cayó y murió, tuvieron que desistir.
Otras mujeres se iban lo más lejos que podían, encerrándose
con sus esposos e hijos en lugares tan remotos y escondidos
como les era posible, pero cuando llegaba Diciembre lo
olvidaban todo y acudían a la casa para morir en ella.
Hubo una mujer que trató de abortar a su bebé para salvarlo
de su muerte trágica, y no pudo.
Otra quizo evitar el embarazo y tampoco lo logró.
Y una hasta trató de matarse ella misma durante los primeros
meses de gestación y se salvó milagrosamente.
Hace 90 años, la tatarabuela de Carlos habló con la casa
diciéndole que no permitiría que la Nana se llevara
al niño, a ver si se atrevía a matarlo; esa noche la Nana
y el niño desaparecieron, 3 días antes del 21!
Todas las esposas habían escrito allí sus experiencias, todas
habían plasmado en esa antigua crónica sus desesperados
y frustrados planes para vencer a la casa, y todas deseaban
a la siguiente mejor suerte que la suya.
La única que no había escrito nada en el viejo libro era Silvia
y ya había sobrevivido una vez hace 29 años, cuando Jorge
la llevó a la zona bendita donde ella se refugió de la
"llamada siniestra" de la casa.
La teoría de Silvia era que si ella no escribía en el libro
no quedaría "registrada" en la memoria de la casa; y a Jorge
se le ocurrió sacar su fotografía de la "galería de muertos"
que había en el salón.
Sonriendo a medias recordaba el pánico que sintió cuando
se detuvo en lo alto de la escalera con el cuadro bajo
el brazo, preguntándose si la casa le permitiría salir.
"Pero tal parece -piensa ahora- que es muy fácil engañarla; lo
que no quisiera averiguar es qué pasaría si esa
maldita cosa blanca se aviva".

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