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miércoles, 22 de junio de 2016

"LOS HIJOS DE LA LEYENDA" (9º parte) de Adriana Gutiérrez





"Sí, te lo conseguí; mi amigo, el juez, me hizo una broma sobre
un seguro de vida de mi esposa, parece que se imagina
que queremos estafar a la aseguradora.
Bien, el cadaver es una mujer de 50, murió hace 2 días
y nadie va a reclamarla".
"Gracias -dijo Silvia- que venga mi chofer, por favor".
Una secretaria hizo subir al chofer y Silvia lo mandó a fotocopiar un montón de papeles inútiles. Cinco minutos después si
iba en su coche seguida del auto del Dr. Gimenez.
Manejaron hasta las cercanías de la gran casa blanca donde
hay unos barrancos bastante profundos y se detuvieron
bajo unos árboles.
Hablaron un momento y se dirigieron a un pequeño furgón
negro, lo abrieron y miraron adentro.
Luego Silvia fue hasta su coche y abrió la puerta del
conductor, regresó junto a Jorge y entraron al furgón.
En el interior del mismo Silvia se quitó su trajecito, vistieron
con él a la mujer muerta, luego le puso sus lentes, zapatos, bolso y anillos.
Silvia preguntó: ¿le pusieron la emplomadura?"
"Sí -contestó Jorge- pero no habrá autopsia".
"Bueno, Jorge, llévala a mi coche, por favor".
Jorge así lo hizo, cargó a la mujer y la sentó en el asiento
del acompañante y se sentó al volante, retrocedió unos
200 metros por la carretera, para venir a gran velocidad, para
venir zigzagueando y dejando marcas de frenadas
en el asfalto; el auto, que era enorme y pesado, de los
de antes, se bamboleaba peligrosamente, y cuando no tomó la curva, Silvia pensó que su amigo caería por el barranco
arruinando sus planes.
Jorge frenó justo en el borde y luego ámbos empujaron
el coche con la mujer al volante.
Un pequeño dispositivo haría explotar el tanque de
nafta que Silvia había llenado hasta el tope.
"Bueno, Silvia, vámonos -dijo el hombre- aquí están las llaves
del furgoncito, escóndelo detrás de la cabaña y nunca
vuelvas a usarlo".
"Gracias, amigo -dijo ella- no te preocupes que nos volveremos
a ver si logras vivir 31 años más; adiós".
"Y tú no te preocupes por el futuro, duerme tranquila
esos 31 años, Silvia, que todo estará listo para cuando
despiertes; mi hijo se ocupará; adiós".
Se dieron un largo abrazo y luego ella subió al furgoncito
negro y se marchó.Él se retiró en su coche hacia la ciudad.
En el barranco, el auto de Silvia había comenzado a incendiarse.

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